
ARTICULO
Sobre el amor
JAIME DESPREE
Después de escribir una breve reflexión sobre la muerte, le tocaba el turno a otra sobre la vida, porque no se puede tener una idea de la vida si no va unida a otra sobre la muerte.
Tampoco pretendo convencer a nadie de que mis conclusiones sean asumidas como verdades para todos, porque para estas preguntas tan personales debemos tener también respuestas personale. Solo pretendo exponer algunas ideas que puedan abrir alguna de las puertas atascadas en nuestra reflexión.
El amor no es solo una relación afectuosa entre dos personas, sino una comunión, que va mucho más allá del mutuo afecto.
La segunda condición, y la más importante, es que para que se produzca la comunión es imprescindible que ninguno de los amantes tengan en su conciencia alguna maldad, falsedad o negatividad. Este beatífico estado es la felicidad, por lo que solo el amor nos lleva a la felicidad.
El amor puede definirse como "la atracción de lo desconocido", o lo que es lo mismo: una fuerza que nos atrae sin que conozcamos la causa. Esta fuerza es la pasión. Lo que causa la pasión es que al desconocer la causa, puede ser aquello que imaginemos. Es decir, nos enamoramos de alquien (o algo) que nos atrae, pero no sabemos por qué causa.
Esto explica por qué el amor más apasionado es el amor a Dios, tal como lo sentia Santa Teresa de Jesús, porque nunca sabremos qué es lo que nos artrae. También es la causa de las utopías, o la fuerza que mueve la voluntad, es decir, es el motor de la civilización.
Aunque el amor es lo que nos motiva para el descubrimiento de las cosas o las personas, esta irremediablemente condenado al fracaso, puesto que la misma fuerza que lo engendra lo destruye, ya que tarde o temprano descubrimos la causa de la atracción o simplemente perdemos el interés, desalentados ante la imposibilidad de descubrirla. Esta frustración genera por regla general un sentimiento opuesto al amor: el odio, o en el mejor de los casos, la indiferencia, como terminan la mayoría de las relaciones amorosas.
Por lo general las relaciones más duraderas no se basan en el amor ni en la pasión, sino en una afectuosa amistad, porque la amistad es la atracción por lo conocido.
No es mi intención hacer proselitismo de ninguna religión, pero la liturgia católica promueve la idea de que el amor a Dios, como lo amaba santa Teresa, se alcanza la suprema felicidad, y para recibir el sacramento de la comunión es necesaria una previa confesión.